Un preso ha muerto, ha muerto de viejo. Un preso ha muerto en el talego. John Davis era el preso. John Davis era negro.
Su delito fue robar un reloj.
La justicia blanca le condenó. La justicia yanqui lo encarceló. Su pena fue de muerte, pero se le cambió.
La cadena perpetua es mucho mejor.
Para siempre encerrado en su celda se quedó. Ya en el ocaso de su vida del talego se fugó. Pero la justicia yanqui de nuevo le capturó.
Harto de esta vida los indultos rechazó.
En el año de su muerte ciento seis años cumplió.
Tu vida fue triste, tanto como un blues; el blues más amargo, negro como tú. John Davis has muerto por tu oscura piel...
Maldito reloj, maldita Ley...
maldita Justicia que mira la piel.
Esta letra la escribí cuando cursaba 3º de B.U.P. sobre la base de otra letra que había escrito mi hermano Carlos Mauricio y que dejó abandonada en un cajón. Tuve la suerte de encontrarla y digamos que le dí unos retoques y la completé. Posteriormente Agustín Ahís le puso música y la interpretó con su banda "Midas" y creo recordar que también con "Barbarie Blues Band". Este blues es prácticamente la transcripción de una noticia que leímos en la prensa, tanto mi hermano Carlos Mauricio como yo, y que nos dejó conmocionados. Nuestro espíritu anti-yanqui se consolidó entonces... y todavía nos dura.
Al lado del Infierno tú la verás, allí el amor no se puede concebir, donde el dinero es la única verdad, es la ciudad donde tienes que vivir.
Unos nadan en la abundancia, otros se ahogan en su pobreza, todo ahora son seres vacíos, el principio del fin está cerca.
Hipocresía, mentira y envida, miedo, desconfianza y desilusión, sacos rotos por la avaricia, hígados cirróticos por el alcohol.
Estúpidas guerras sin vencedor, gente que muere sin ninguna razón, crimen, muerte, sangre y dolor, va creciendo el odio y el rencor.
Pornografía y aberración sexual, todo se mueve por lo material, gente que sin droga no puede estar, la contaminación no deja respirar.
Banqueros, usureros y explotadores, corrompidos por su poder, conjugan el futuro imperfecto, un mañana con sabor a hiel.
Hijos del consumo,esbirros del capital, cavan su propia tumba,en la maldita ciudad.
Esta crítica al mundo "moderno", a la sociedad de consumo y a las grandes urbes del llamado "primer mundo" me la inspiró una canción de La Banda Trapera del Río, mítica banda pionera del punk patrio. Aquí os la dejo...
Estamos entrando en "Zona Prohibida", vamos a conocer la humillación; un rebaño de ovejas desvalidas, se dirige al matadero con resignación.
Están al acecho las hienas de la sinrazón, liberan su odio, sembrándolo en los demás; añaden otro eslabón en la inmensa cadena del resentimiento y la insolidaridad.
He conocido la humillación... aún no comprendo porqué sucedió. He conocido la vejación... nunca olvidaré lo que sucedió.
El virus de rebelión está neutralizado, por los anticuerpos de la cobardía; utópicas revueltas, que son fantasías, estúpido autoengaño del humillado.
Brotes de contestación, fácilmente sofocados, orgullo y dignidad siguen siendo pisoteados; el rebaño, humillado, ya no lo puede aguantar, la delación pondrá el punto final.
El rebaño se torna jauría... y continúa la pesadilla. Es un círculo vicioso... que nunca termina.
Esta letra la escribí a principios de 1.987, cuando cumplía en la Base Militar de Marines (Valencia) el servicio militar obligatorio . Pude comprobar, con auténtico asco, que lo peor de la mili no eran los mandos y militares profesionales, sino que estaba entre nuestros propios compañeros. La época de novatadas fue desde finales de 1.986 a principios de 1.987, duró aproximadamente un mes. Tres de los cabecillas acabaron en la prisión militar de Cartagena.
No sólo de urbanismo salvaje vive el hombre, pero es que es tan sencillo si alguien te da un sobre...
o una cuenta corriente en las Islas Caimanes, con un clima excelente, sin problemas fiscales.
A golpe de ladrillo y recalificaciones, crecieron como hongos las urbanizaciones.
A base de cohechos y prevaricaciones, llegaste a lo más alto, forrado de millones.
Pero todo se acaba y siempre hay un resquicio... de repente va y un día te caes al precipicio.
Qué efímera es la gloria, cuan presto se termina, y en esta perra vida, que bien se está en la cima.
¿Dónde se han quedado tus sueños de grandeza? Rotos en pedazos... rotos y entre rejas.
Disfruta tu condena y si puedes aprovecha, no lo dudes, especula, con el suelo de tu celda.
Que ya sabes lo que dicen, no hay mal que por bien no venga. Que bien sabes lo que dicen, aquí el que no corre vuela.
Esta letra me la inspiró en su día la entrada en el trullo de el ínclito Julián Muñoz. La escribí por encargo de Agustín Ahís, que le puso música y que todavía la interpreta (creo) con su grupo "Cábala". Quiero ahora dedicársela a toda nuestra casta política en general y a los concejales de urbanismo en particular.