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miércoles, 28 de marzo de 2012

El Icono: Significado y elaboración

Icono pintado en El Racó de Tales por
el autor, el año pasado.
Hace tres años me invitaron a un taller de iconografía en la Fraternidad de Emaús en Torrechiva. Pensaba que sería un taller de pintura como otro cualquiera y que el objetivo era terminar con un dibujo bajo el brazo. 

Sin embargo descubrí todo un mundo maravilloso, que quiero compartir para que se conozca. Al icono se le ha definido como una representación religiosa de pincel o relieve, usada en las iglesias cristianas orientales, pero un icono, es algo más que una imagen religiosa pues tiene un puesto preciso en el culto y en la devoción privada como medio eficaz de conocer a Dios, a la Virgen, a los santos y unirse a ellos imitándoles. 

En si mismo el icono representa lo que simboliza, es la presencia del representado. Contiene en si mismo historia, tradición, simbolismo, teología y arte. 

Un icono no muestra sino demuestra, es “teología en color”, a través del símbolo, es una enseñanza y una ayuda; nos hace conocer el Antiguo y Nuevo Testamento así como la vida de los Santos. 

Para “escribir” iconos correctamente es necesario conocer la historia, tradición, el simbolismo, teología y el arte iconográfico. Un icono se crea y se recrea en base a los arquetipos y los prototipos. 

Existe una relación entre el relato bíblico de la creación del mundo y el sentido del icono. Cuando se empieza a pintar un ícono, la primera capa es “negro” que representa las tinieblas y la nada, y poco a poco hay que restablecer el camino de retorno. La luz del ícono es la luz interior, increada, que diviniza la materia y muestra una imagen espiritual de la realidad purifica de nuestras pasiones. Los colores se aplican desde la oscuridad a la claridad, la luz se consigue con pequeñas pinceladas para conseguir la transición de una forma suave del oscuro al claro, siendo necesario muchas capas. Es un camino que permite recuperar al ser humano ser imagen y semejanza de Dios.

La tradición dice que el primer iconógrafo fue San Lucas, el evangelista, que dibujó sobre una tabla de una mesa la imagen de la Virgen. Y en el siglo VI, la Iglesia aprobó la veneración de los iconos que tomaron un lugar importante en las iglesias y en la vida privada.

La iconografía es un arte litúrgico y dogmatico, es un servicio “a” la iglesia y “en” la Iglesia. Lo importante no es la belleza física, ni la natural, sino la expresión de la santidad. Lo bello en el icono no está determinado por la estética sino por su contenido sublime “su poder de servir a los ideales de la fe”. Dicho de otra forma: la iconografía es la visión de un mundo “a través de los ojos interiores” en el cual lo profundo de las cosas se vuelve comprensible. 

En un icono hay símbolos esotéricos, que son aquellos que no se ven, son: el circulo, el cuadrado, el rectángulo, el triangulo y la cruz. Por ejemplo; el circulo es símbolo de la unidad principal, no tiene principio ni fin, es símbolo del cielo; en iconografía la figura humana es a base de círculos. 
 
También hay símbolos exotéricos, son los que se ven a simple vista. Un ejemplo es el agua que simboliza “fuente de vida”, medio de purificación y centro de regeneración; el agua es símbolo de vida espiritual. 

Los colores también tienen un significado teológico. Si en un icono vemos el verde, por ejemplo, es signo de vida y renovación, simboliza la regeneración espiritual.
En Torrechiva pinté dos iconos y recuerdo que antes de empezar a pintar el icono era necesario haber meditado primero sobre aquello que iba pintar. Se necesitaba un proceso de interiorización de la escena o figura que se iba a representar, así como rezar la oración del iconógrafo. Las reglas del iconógrafo son:
Otro icono del autor, pintado en un
taller celebrado en Torrechiva.
  • Antes de empezar a pintar, hacer el signo de la cruz, orar en silencio y perdonar a los enemigos. 
  • Trabajar con cuidado cada detalle del icono como si se estuviese trabajando delante del mismo Dios. 
  • Durante el trabajo orar a fin de fortalecerse física y espiritualmente, evitar sobre todo las palabras inútiles y permanecer en silencio. 
  • Orar especialmente al santo que se está pintando y no mantener la mente distraída para que el santo esté cerca del que pinta. 
  • Cuando se tiene que elegir un color, extender las manos a Dios y pedirle consejo. 
  • No envidiar el trabajo de los compañeros ya que el éxito de ellos es también el suyo. 
  • Cuando se ha terminado el icono dar gracias a Dios porque su misericordia le ha concedido la gracia de pintar su santa imagen. 
  • Bendecir el icono terminado poniéndolo en el altar. Orar el primero delante de él antes de que lo hagan los demás. 
  • No olvidar nunca: 
  • Teotokos de Vladimir, pintado
    en el siglo XII
    • La alegría de extender los iconos por el mundo. 
    • La alegría de pintar un icono. 
    • La alegría de permitir que los santos resplandezcan mediante los iconos. 
    • La alegría de estar unido con los santos que pinta. 
De vez en cuando en la provincia de Castellón se realizan talleres de iconografía y en el Monasterio Cisterciense de Santa María de Poblet se organiza cada año, en julio, un curso de iconografía bizantina.
 
Autor: Eugenio Ramos