Una de las más injustas y notables mentiras de la actual
democracia degradada española es lo que dice del Franquismo. El actual
sistema político español lo denigra porque se siente su heredero y
porque sabe que los peores rasgos del Franquismo pasaron directamente
hasta la falsa democracia que se construyó en la Transición.
Una de las más notables y reiteradas mentiras de la falsa democracia
española nacida tras la muerte de Franco ha sido la estigmatización de
aquel régimen, al que denigran y devalúan sin reconocerle jamás sus
logros y avances. Las mentiras sobre el Franquismo constituyen una de
las páginas más injustas y negras de la falsa democracia española,
mentiras y engaños alimentados por la propaganda de los partidos
políticos, no sólo de izquierdas, sino también de derechas y
nacionalistas. Millones de ciudadanos, españoles adoctrinados en la
mentira y el sometimiento al poder, sin capacidad para discernir
libremente, abducidos y aborregados, creen que el Franquismo solo fue un
régimen retrógrado, tiránico, cruel y enemigo del progreso.
La verdad es que el Franquismo tuvo muchos defectos y carencias,
sobre todo en libertades políticas, pero, en honor de la Justicia y
vistos desde la distancia y la objetividad, muchos de sus logros y
avances parecen hoy espectaculares y suscitan envidia.
Profundamente influido por el catolicismo tradicional, hasta su
mismo fin, el Franquismo preservó siempre una sólida coraza moral en el
territorio español, que preservó a la sociedad de delitos, corrupciones y
crímenes. En bastantes aspectos morales o relacionados con la moral,
sus logros fueron notables. En la España de Franco muchas viviendas
permanecían abiertas, nunca cerradas con llave, y la gente dormía
tranquila y sin miedo. El nivel de delincuencia era uno de los más
bajos, si no el más bajo, de toda Europa.
La población encarcelada era escasa y el nivel de suicidios muy
bajo. Había un pequeño problema de alcoholismo, pero siempre leve y
controlado. La prostitución existía, pero era más de cien veces inferior
a la que ha florecido en la falsa democracia. Las drogas eran
prácticamente desconocidas. Las cifras de violaciones, de asesinatos
domésticos, de embarazos de adolescentes, eran ciertamente reducidas en
proporción con el resto de Europa y con lo que ha llegado a ocurrir
después, durante la democracia degradada, en la misma España.
La sociedad se sentía segura y no había policías privadas, ni
existían los enormes negocios actuales de seguridad y protección de las
propiedades. La eficacia de la Guardia Civil y de la Policía era
espectacular. Con pocos números y agentes y con un coste muy reducido,
se lograban milagros.
Los avances fueron impresionantes en sanidad y educación, dos
pilares del ahora llamado Estado del Bienestar. España pasó de ser uno
de los países europeos con mayor mortalidad infantil durante la
República a estar prácticamente en cabeza, con reducciones anuales
sorprendentes. La esperanza de vida se puso al nivel de los países más
avanzados, solo por debajo de Suecia, Japón y pocos más.
El desempleo, grave durante los años de la postguerra y la pobreza,
no cesó de disminuir hasta el final del régimen. Gracias a una política
inteligente de becas y a una educación basada en las pruebas y el
esfuerzo, los avances de los estudiantes españoles fueron igualmente
notables y una sociedad plagada de analfabetismo durante los siglos XIX y
primera mitad del XX, pasó a producir estudiantes muy valorados en todo
el mundo por su preparación profesional y técnica, desde las escuelas
de formación profesional a las innovadoras universidades laborales y
nuevos centros universitarios, de donde salían obreros industriales,
técnicos, ingenieros, arquitectos y médicos altamente valorados en todo
el mundo.
Millones de papanatas españoles formadas en las escuelas creadas por
la falsa democracia, de donde salen legiones de jóvenes preparados para
ser esclavos sometidos y vagos crónicos adictos a la subvención,
repiten como papagallos que el franquismo fue una dictadura cruel y
criminal que no permitía libertades ni derechos, sin mostrar capacidad
alguna para valorar los avances y logros de aquel sistema. Cruel e
implacable fue en la postguerra, cuando los vencedores ejercían su
venganza sangrienta sobre los vencidos de la Guerra Civil, pero pronto
el sistema se calmó, se abrió, se relajó y avanzó, cada día más, por
rutas que conducían a la justicia, al desarrollo de los derechos
ciudadanos, al progreso y a la prosperidad.
Eso sí, los partidos políticos jamás fueron admitidos en el régimen,
quizás porque Franco y los suyos los conocían muy bien la Historia del
país y aprendieron con claridad que los politicastros y sus partidos,
casi todos corruptos, mafiosos y podridos de egoísmo y ansias de poder,
habían conducido a España hacia la ruina y el enfrentamiento civil.
Al morir el general Franco, en la cama, su régimen estaba agotado y
la clase política franquista vio claro que tenía que adaptarse a los
nuevos tiempos. El mismo Franquismo se hizo el "harakiri" y patrocinó en
las Cortes la Transición hacia lo que ellos llamaban democracia, un
engaño de envergadura que abrió de par en par las puertas a la España
actual, dominada por partidos políticos muy parecidos a los que
fracasaron en la II República y condujeron a España hasta la ruina
económica y el enfrentamiento civil, Muchos de los alevines del
Franquismo se incorporaron al nuevo sistema aparentemente democrático,
al igual que hicieron las grandes familias franquistas, que pronto
lograron colocar a los suyos en los altos cargos de la democracia,
dominando sectores económicos y bien apalancados en el parlamento, los
ministerios y las nuevos gobiernos autonómicos, un verdadero coladero
para infiltrarse en el poder y practicar con impunidad la corrupción y
el abuso.
Lo demás es ya historia conocida. La "cosecha" y el "balance" de la
falsa democracia española son lamentables. Tres décadas después del
entierro oficial del Franquismo, España está arruinada, dividida,
infectada de corrupción y abuso de poder, cansada de partidos políticos y
politicastros y ocupando el liderazgo mundial en casi todo lo
deleznable y sucio: prostitución, tráfico y consumo de drogas, violencia
callejera, desigualdad, avance de la pobreza, blanqueo de dinero,
mafias y bandas organizadas, desprestigio de la política, fracaso
escolar, baja calidad de la enseñanza, desconfianza en el poder y un
largo y tenebroso etcétera que convierte a la falsa democracia que
sucedió al Franquismo en un auténtico y frustrante fracaso.
"Pare, en l'aniversari
de la mort de Franco -al que va ser lleial fins al final-, li dedique
este article, perquè pareix que ho haguera escrit vosté mateix."