Los cristianos y especialmente los católicos, debemos esforzarnos para que nuestras sociedades “democráticas” redescubran en la Ley Natural, el fundamento previo e imprescindible sobre el que han de basarse todas nuestras leyes , nuestro Sistema político y en general, toda nuestra convivencia social. Benedicto XVI resumió el 30 de marzo del 2006 la Ley Natural, en lo que llamó los cuatro “Principios No Negociables ”.
Los católicos sabemos que para evitar los desmanes del poder, estos cuatro principios jamás deben ser ignorados, ni deben de estar sometidos a los volubles deseos de las manejables mayorías sociales. Por el contrario, estos cuatro principios deben estar muy presentes en cualquier sistema político y requieren ser defendidos en toda sociedad, sea o no cristiana, que busque realmente la justicia y que desee servir y dignificar la vida de cada ser humano.
Pero la democracia liberal, en su absurdo relativismo y contraviniendo el Orden Natural, asume como ley cualquier deseo mayoritario de sus votantes, supeditando directamente los conceptos del bien y del mal, a la voluble decisión de las masas sociales que, para colmo, suelen ser manejadas a su antojo por las ocultas manos de los magnates que dominan los poderosos medios de comunicación.
Consecuencia de esa falta de un “anclaje” moral que padecen las democracias occidentales, es que las democracias tienden inexorablemente a perjudicar a sus individuos socialmente más débiles , como es el caso de las minorías raciales, de los no natos, de los ancianos y/o de los enfermos.
Como ejemplos de ello podemos citar al nazismo y a sus monstruosas políticas sociales, dado que Hitler y su “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán ”, alcanzaron democráticamente el poder en 1933, en unas elecciones en las que obtuvieron más del 44 % de los votos. (No creemos necesario recordar las consecuencias de su monstruosa política social).
Otros ejemplos más cercanos en el tiempo y el espacio, los tenemos en el dictador Hugo Chavez de Venezuela o en el propio Zapatero , que aupado por uno de los dos grandes partidos del Sistema en España y apoyado incondicionalmente por la mayoría de los grandes medios de comunicación social (es decir, por la masonería), ha sido capaz, mediante una retórica simplona y repitiendo constantemente mensajes “buenistas” y “políticamente correctos”, de obtener el apoyo mayoritario de nuestra sociedad durante casi ocho años, dando lugar a leyes tan infames y contranatura, como la Ley de Identidad de Género (que permite cambiar el DNI de nombre a mujer y viceversa, sin siquiera haber pasado por el quirófano), la Ley de igualdad de género, (que criminaliza al hombre frente a la mujer, antes de juicio alguno), o la del aborto actual (aunque esta no es mucho peor que la anterior, defendida actualmente por el PP).
Los cuatro Principios definidos por S.S. Benedicto XVI como “No Negociables” son, por tanto, también imprescindibles en democracia, para evitar con ellos que la estupidez o el egoísmo de las mayorías y/o de los económicamente más fuertes, puedan llegar a convertir sus deseos en criterio, hasta el punto de llegar a trastocar socialmente, los mismos conceptos del bien y del mal.
En consecuencia, podemos asegurar que si no existe un mínimo marco de principios incuestionables que nos protejan a todos y asumidos como previos a cualquier voluntad democrática de las mayorías, toda monstruosidad social es posible en una democracia liberal.
Ese marco mínimo que no debe de traspasar el «relativismo ético» de ninguna democracia, es el de la Ley Natural : esa «norma escrita por el Creador en el corazón del hombre», que le permite distinguir entre el bien y el mal.
Hoy más que nunca y para luchar por el Reinado social de Cristo, es necesario que los católicos superemos nuestros individualismos , que venzamos el trasnochado enfrentamiento entre “izquierdas y derechas”, así como la falaz teoría del “mal menor” o el miedo a que nos denominen “ultras”. En una sociedad en la que somos minoría, debemos de encontrar la fórmula que nos permita aunar el voto de todos aquellos que defendemos íntegramente la Ley Natural, para que podamos ser, también en lo político, “la sal de la tierra”.
Efrén Pablos García
Presidente de la Asociación Cruz de San Andrés
Los católicos sabemos que para evitar los desmanes del poder, estos cuatro principios jamás deben ser ignorados, ni deben de estar sometidos a los volubles deseos de las manejables mayorías sociales. Por el contrario, estos cuatro principios deben estar muy presentes en cualquier sistema político y requieren ser defendidos en toda sociedad, sea o no cristiana, que busque realmente la justicia y que desee servir y dignificar la vida de cada ser humano.
Pero la democracia liberal, en su absurdo relativismo y contraviniendo el Orden Natural, asume como ley cualquier deseo mayoritario de sus votantes, supeditando directamente los conceptos del bien y del mal, a la voluble decisión de las masas sociales que, para colmo, suelen ser manejadas a su antojo por las ocultas manos de los magnates que dominan los poderosos medios de comunicación.
Consecuencia de esa falta de un “anclaje” moral que padecen las democracias occidentales, es que las democracias tienden inexorablemente a perjudicar a sus individuos socialmente más débiles , como es el caso de las minorías raciales, de los no natos, de los ancianos y/o de los enfermos.
Como ejemplos de ello podemos citar al nazismo y a sus monstruosas políticas sociales, dado que Hitler y su “Partido Nacional Socialista Obrero Alemán ”, alcanzaron democráticamente el poder en 1933, en unas elecciones en las que obtuvieron más del 44 % de los votos. (No creemos necesario recordar las consecuencias de su monstruosa política social).
Otros ejemplos más cercanos en el tiempo y el espacio, los tenemos en el dictador Hugo Chavez de Venezuela o en el propio Zapatero , que aupado por uno de los dos grandes partidos del Sistema en España y apoyado incondicionalmente por la mayoría de los grandes medios de comunicación social (es decir, por la masonería), ha sido capaz, mediante una retórica simplona y repitiendo constantemente mensajes “buenistas” y “políticamente correctos”, de obtener el apoyo mayoritario de nuestra sociedad durante casi ocho años, dando lugar a leyes tan infames y contranatura, como la Ley de Identidad de Género (que permite cambiar el DNI de nombre a mujer y viceversa, sin siquiera haber pasado por el quirófano), la Ley de igualdad de género, (que criminaliza al hombre frente a la mujer, antes de juicio alguno), o la del aborto actual (aunque esta no es mucho peor que la anterior, defendida actualmente por el PP).
Los cuatro Principios definidos por S.S. Benedicto XVI como “No Negociables” son, por tanto, también imprescindibles en democracia, para evitar con ellos que la estupidez o el egoísmo de las mayorías y/o de los económicamente más fuertes, puedan llegar a convertir sus deseos en criterio, hasta el punto de llegar a trastocar socialmente, los mismos conceptos del bien y del mal.
En consecuencia, podemos asegurar que si no existe un mínimo marco de principios incuestionables que nos protejan a todos y asumidos como previos a cualquier voluntad democrática de las mayorías, toda monstruosidad social es posible en una democracia liberal.
Ese marco mínimo que no debe de traspasar el «relativismo ético» de ninguna democracia, es el de la Ley Natural : esa «norma escrita por el Creador en el corazón del hombre», que le permite distinguir entre el bien y el mal.
Hoy más que nunca y para luchar por el Reinado social de Cristo, es necesario que los católicos superemos nuestros individualismos , que venzamos el trasnochado enfrentamiento entre “izquierdas y derechas”, así como la falaz teoría del “mal menor” o el miedo a que nos denominen “ultras”. En una sociedad en la que somos minoría, debemos de encontrar la fórmula que nos permita aunar el voto de todos aquellos que defendemos íntegramente la Ley Natural, para que podamos ser, también en lo político, “la sal de la tierra”.
Efrén Pablos García
Presidente de la Asociación Cruz de San Andrés
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