QUIEN ENSAYA LO ABSURDO CONSIGUE LO IMPOSIBLE (Unamuno)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Oración por España

I

¡Señor! ¡Mi Patria llora! La apartaron, ¡oh Dios!, de tus caminos, y ciega hacia el abismo corre ahora la del mundo de ayer reina y señora de gloriosos destinos.

Hijos desatentados, que ya la vieron sin pudor vencida, la arrastran por atajos ignorados… ¡Señor, que va perdida! ¡Que no lleva en su pecho la encendida luz de tu Fe que alumbre su carrera! ¡Que no lleva el apoyo de tu mano! ¡Que no lleva la Cruz en la Bandera ni en los labios tu nombre soberano! ¡Señor! ¡Mi Patria llora! ¿Y quién no llorará como ella ahora tremendas desventuras, si fuera de tus vías sólo hay horribles soledades frías, lágrimas y negruras?

¿Quién que de Ti se aleje camina en derechura a la grandeza? ¿Ni quién que a Ti te deje su brazo puede armar de fortaleza?

Solamente unos pocos pervertidos hijos envanecidos de esa Madre fecunda de creyentes pretenden, imprudentes, alejarla de Ti: son insensatos; olvidan tus favores: son ingratos; desprecian tu poder: están dementes.

Pero la Patria mía, por Ti feliz y poderosa un día, siempre te ve, Señor, como a quien eres, y en Ti, gran Dios, en Ti sólo confía; que es grande quien Tú quieres, fuerte quien tiene tu segura guía, sabio quien te conoce, ¡y feliz quien te sirva y quien te goce!

¡Señor! ¡Mi Patria llora! Ebria, desoladora la frenética turba parricida la lleva a los abismos arrastrada, la lleva empobrecida… ¡la lleva deshonrada!…

¡Alza, Señor, tu brazo justiciero, y sobre ellos descarga el golpe fiero, vengador de sus ciegos desvaríos!… ¡No son hermanos míos ni hijos tuyos, Señor! ¡Son gente impía! ¡Son asesinos de la Patria mía!

II

¡Señor, Señor: detente! ¡No hagas caer sobre la impura gente el rudo golpe grave de la iracunda mano justiciera, sino el toque suave de la mano que funde y regenera!

Y a Ti ya convertidos los hijos ciegos a tu amor perdidos, aplaca tus enojos, la noche ahuyenta, enciéndenos el día y pon de nuevo tus divinos ojos en los destinos de la Patria mía.

¿No es ella la que hiciera con los lemas sagrados de la Cruz y el honor una bandera? ¿La que tantos a Ti restituyera pueblos ignotos de tu Fe apartados, que con sangre de intrépidos soldados y con sangre de santos redimiera?

¿Y Tu no eres el Dios Omnipotente que quitas o derramas con largueza gloria y poder entre la humana gente?

¿No eres prístina fuente de donde ha de venir toda grandeza? ¿No eres origen, pedestal ingente de toda fortaleza?

¿No es toda humana gloria dádiva generosa de tu mano? ¿No viene la victoria delante de tu soplo soberano?

¡Señor, oye los ruegos que ya te elevan los hermanos míos! ¡Ya ven, ya ven los ciegos! ¡Ya rezan los impíos! ¡Ya el soberbio impotente hunde en el polvo, ante tus pies, la frente! ¡Ya el demente blasfemo, arrepentido, cubre su rostro, el pecho se golpea y clama compungido: “¡Alabado el Señor; bendito sea!”

Y los justos te aclaman, alzando a Ti los brazos, y te llaman; y porque España solo en Ti confía, al unísono claman todos los hijos de la Patria mía:

¡Salva a España, Señor; enciende el día que ponga fin a abatimiento tanto! ¡Tú, Señor de la vida o de la Muerte! ¡Tú, Dios de Sabahot, tres veces Santo, tres veces Inmortal, tres veces Fuerte!….

Gabriel y Galán

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